19 mayo 2008

El amor de Joaquín


El amor comió mi nombre, mi identidad, mi retrato... mi certificado de edad, mi genealogía, mi dirección. El amor comió... mis ropas, mis pañuelos, mis camisas... el número de mis zapatos... El amor comió mi altura, mi peso, el color de mis ojos y de mis cabellos. El amor comió mis remedios, mis recetas médicas... mis aspirinas... El amor comió todos mis libros de poesía. Comió en el diccionario las palabras que se podrían juntar en versos. Hambriento, el amor devoró... peine, navaja, escobas, tijeras de uñas, cortaplumas. Hambriento todavía, el amor devoró el uso de mis utensilios: mis baños fríos, la ópera cantada en el baño... El amor comió las frutas puestas sobre la mesa. Bebió el agua de los vasos... comió el pan a propósito escondido. Bebió la lágrima de los ojos que, nadie lo sabía, estaban llenos de agua. El amor ha roído mi infancia... El amor comió mi Estado y mi ciudad... Comió el olor de caña cortada... comió hasta los días todavía no anunciados en los calendarios. Comió los minutos de adelanto de mi reloj... los futuros viajes alrededor de la tierra, los futuros estantes alrededor de la sala. El amor comió mi paz y mi guerra. Mi día y mi noche. Mi invierno y mi verano. Comió mi silencio, mi dolor de cabeza, mi miedo de la muerte.

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